
(Snack con crujiente tipo galleta)
La siguiente receta se deriva de la fórmula de la regañá de Córdoba, ya publicada en un post anterior; y surge como respuesta casera a las famosas barritas de un conocido supermercado, que entre sus ingredientes incorpora aceite de palma.
Si bien en principio se trata de una elaboración aparentemente básica, detrás de la aparente simplicidad se encuentran algunos riesgos que pueden afectar la calidad del resultado final.
Hemos de recordar que nos encontramos ante una elaboración de baja hidratación, por lo cual es muy importante controlar el agregado de los líquidos, especialmente si utilizamos masa madre como es este el caso, para evitar obtener un resultado húmedo en exceso que claramente afectaría negativamente a la calidad del resultado, al necesitar más tiempo de cocción para el secado de las piezas con el consecuente riesgo de quemarlas debido su escaso peso y volumen. Por el contrario, una hidratación insuficiente comprometerá el fermentado de las piezas, alterando el resto del proceso, y claro está el resultado esperado.
La receta está calculada para un horno convencional de casa, con unas proporciones de masa exactas para obtener una sola bandeja de producto. De este modo, evitamos el horneado de dos bandejas simultáneamente, procedimiento que complejiza lograr un horneado perfecto; habiendo no solo de voltear cada una de las piezas en el proceso sino además jugar con las dos alturas y alternarlas durante la cocción. Otro riesgo de contar con masa en exceso devendría de la tentación de formar unas barritas demasiado voluminosas para aprovechar la masa, que inevitablemente resultarían en piezas incómodas para comer por su grosor (afectando también al crujiente interno de la pieza y a su conservación).
La elaboración de estas barritas, una vez adquirida la técnica, está abierta a infinitas posibilidades, dentro de las cuales se encuentran las dulces. De forma que la adición de huevo y azúcar en la masa, finalizando –una vez horneadas- con una cobertura parcial de chocolate y nueces, es una de las variantes que verdaderamente merece mucho la pena experimentar.
Ingredientes:
80 gr de leche
30 gr de aceite de oliva virgen extra aromatizado con romero
5 g de sal
5 gr de levadura fresca (2 gr de levadura seca)
Mezcla de semillas (sésamo, linaza y amapola).
Opcional: 50 gr de biga al 60% a partir de prefermento natural de centeno
Elaboración
Una vez pesados los
ingredientes incorporarlos en el orden descrito en la lista de ingredientes -menos la mezcla de semillas- y amasar durante unos 10 minutos, corrigiendo la hidratación final
en caso de que sea necesario. Es importante obtener una masa sedosa y más en el
extremo de la baja hidratación.

Cortar las tiras de masa con un cuchillo o corta pizza en piezas de unos 8-10 cm y colocar sobre una bandeja con papel parafinado. Lógicamente, es recomendable cortar las piezas lo más homogéneas posibles de forma que el horneado también lo sea.
Dejar fermentar en
horno atemperado a 28º durante unos 40-50 minutos. Sin sacar la bandeja del
horno, encender el horno con calor arriba-abajo y hornear hasta que las piezas
empiecen a coger un poco de color, en ese momento sacar la bandeja y voltear
cada una de las barritas, volver a introducir en el horno y terminar de cocer.
Cuando se tengan casi listas dejar unos minutos dentro del horno con éste
apagado y con la puerta ligeramente entornada para que se escape el vapor
residual. Colocar las barritas en una rejilla y una vez frías almacenar en un recipiente
hermético.
Nota sobre la particular cocción de mi horno Edesa:
Mi horno es el más
básico de la marca Edesa, tiene 3 posibilidades de horneado: calor abajo, calor
arriba-abajo y gril. Independientemente de lo que trates de cocinar, el
resultado natural es la carbonización. Por ello, he introducido algunas
modificaciones. Para empezar le he colocado una suela de ladrillos finos de barro refractario que da muy
buenos resultados, evitando la carbonización inmediata de antes en la suela y
funcionado como acumuladores de calor. Asimismo, suelo tener anclada la bandeja
sólida en la última posición del horno para evitar la carbonización inmediata
de las piezas. Por último, utilizo un termómetro de horno que me revela la
incapacidad de mi horno para gestionar las temperaturas. Con las debidas
precauciones, para el horneado de las barritas lo puse a 50° con la bandeja
dentro, finalizaba de este modo la fermentación y pasábamos directamente a la
de horneado. En esta ocasión, debido a la baja temperatura, decidí no colocar
la bandeja superior. Curiosamente a los 5 minutos el termómetro interno llego a
100° al tanto que las barritas empezaron a colorear un poco. En ese momento les
di la vuelta y seguí a 100° hasta ver que subía a 150°. En ese momento apague y las dejé dentro hasta que cogieron un color tostado suave y perdieron la suficiente humedad. Fui abriendo el horno de forma periódica para permitir que el vapor escapase. El resultado, como ya
advertía al inicio: barritas crujientes, llenas de sabor, ligeras, de un color
tostado suave (aquellas que habían cogido un poco de más color –sin llegar ni
por asomo a quemarse- estaban aun más sabrosas).
Parece mentira que un snack tan aparentemente simple tenga su aquél, ya que el descuido en el proceso tiene un resultado invariablemente consistente (eso sí, la contumacia en el error le es natural: el crujiente se hace de cristal, y ahí (al menos para mi) se acaba el placer de comerlo.
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